martes, 16 de marzo de 2010

El opio de los pueblos

Bueno, voy a arrancar con algo de lo que no tendría que hablar porque no entiendo nada de eso. Pero bueno, hablo igual. ¿De qué? De una pasión perfectamente idiota. De una rareza de la cultura. De una ceremonia religiosa llamada fútbol.
Y voy a citar una conversación que mantuve con un desconocido amigo de Facebook al respecto. Mi amigo decía que él vivía en el planeta fútbol y yo le retrucaba que “para mí, esa disciplina es vacía de contenido y que yo no le encontraba mucha gracia al ver como un montón de tipos se matan a patadas para meter una bola en un rectángulo perpendicular al suelo”. No lo comprendo en serio, eh. Le decía que seguramente algo debe tener que lo hace tan grandioso y que yo no me daba cuenta. Pero de eso están hechas las pasiones, supongo.

Nunca termino de entender como alguien se puede calentar y exaltar porque veintidós tipos llevan y traen la pelotita.

Este fenómeno llega a involucrar a millones de hombres y mujeres al mismo tiempo, pero hay ocasiones especiales (un mundial, por ejemplo) en que son muchísimos más y esta ceremonia es seguida por personas que jamás se interesan por el tema y por gente absolutamente indiferente al fútbol. También se comenta que es utilizado para desviar del ojo de la tormenta las noticias más polémicas, que es un gran negocio que mueve millones, que es un circo mediático (tanto que hasta se llegó a hacer una telenovela). Pero bueno, esa es otra historia..

Volvamos a la pasión ilógica. Dice Martín Caparrós en su libro Boquita: “Llegar a ese grado de apasionamiento por la forma en que once muchachos patean un cacho de cuero es indefectiblemente idiota, pero los aficionados disfrutan de poder hacerlo, de poder ser por noventa minutos un tonto que se entusiasma por algo que la razón no justifica. El partido es el espacio de la salvajería feliz. Y no hay tantos de esos espacios”.

Bueno, no le entiendo mucho Caparrós tampoco los motivos de esta pasión…por eso debe ser inexplicable.. ‘Puro gozo’, sintetiza.

2 comentarios:

  1. UUFFFF ¡Qué tema!
    Vayamos por partes...
    Al circo mediático dejémoslo afuera, porque no tiene que ver directamente con el fútbol. O sea, si Messi es más conocido y reconocido que José Pablo Feinmann no es por culpa del fútbol, sino de la sociedad, es algo mucho más profundo.
    En cuanto al juego, a mi gusto resulta hermoso. Si se entiende el juego, no son 22 tipos corriendo tras una pelota, hay toda una estrategia en torno a como manejar el balón, y aún a qué hacer cuando lo tiene el otro equipo, que a mí me resulta muy atractiva. Es una pura cuestión de gustos, sobre lo que no hay nada escrito. Se puede no entenderlos, pero no deshecharlos.
    Y respecto a la pasión por una camiseta, que sé yo... Es como el amor a la madre, dicen en una película: incondicional, más allá del bien y del mal. Yo soy hincha de Deportivo de acá de Pehuajo y sí, "aunque ganes o pierdas..." pero por supuesto que no me cagaría a trompadas por eso con nadie ni caería en ninguna de las tantas idioteces que se ven a menudo (tirarle cosas al árbitro o jugadores rivales, robar banderas, etc.) ni reivindicaría a los que sí lo hacen con admiración, como muchos.
    Pero sí, supongo que cuando se está afuera de esta pasión es imposible entenderla. De hecho, cualquier pasión, desde afuera, es inexplicable. Para más de cuatro vos misma debés estar loca por hacer cientos de kilómetros para ver a La Renga o Buena Yunta, ¿no?
    Fundamentalmente, lo que pasa con el fútbol es que es un fenómeno masivo, y la masividad tiene la facultad de atrapar a la masa y anularle la capacidad de razonar. Hoy donde más se ve esto es en el fútbol, pero eso no quita que en otros ámbitos no se dé. ¿O acaso en las movilizaciones de la clase mierda, cuando golpeaba cacerolas apoyando a la mesa de enlace, se veía mucho, o aunque sea algo de raciocinio?

    ResponderEliminar
  2. De todos modos sigue siendo inexplicable.
    Yo veo el fervor y el apasionameinto pero no lo entiendo porque no es como cualquier pasión, es una rareza.
    Cuando nosotros vamos a ver a las bandas vamos a recibir un mensaje (además de encontrarnos con amigos y compartir la experiencia del viaje o lo que sea, que eso en el futbol tambien se da) pero en el futbol no hay mensaje o si lo hay no es claro tampoco..Al contrario, por ejemplo el hecho de ser rival de otro simplemente porque ese otro tiene más habilidad con la pelota, porque juega mejor. O simpatizantes que se odian porque pertenecen a la misma ciudad (los superclásicos, se llaman).. es un delirio eso. Tipos que viven en el mismo lado y se detestan por pertenecer a clubes diferentes.
    Bueno, hay tantas cosas que no se explican, para mí estas es una de ellas..

    ResponderEliminar